Por fin, la gente puede creer tu dolor

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Jul 27, 2023

Por fin, la gente puede creer tu dolor

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Cuando visitan al médico, una de las primeras preguntas que se les hace a los pacientes sobre su dolor es: "¿Cuánto duele en una escala del 0 al 10?". Si bien estas calificaciones del dolor son un método común para ayudar a los médicos a diagnosticar síndromes de dolor crónico, en realidad representan una barrera importante que enfrentan los médicos al diagnosticar y clasificar los síntomas del dolor.

Los síndromes de dolor crónico son uno de los mayores problemas sanitarios a nivel mundial, sin embargo, actualmente no existe un método objetivo para medir ni las causas neurofisiológicas ni la severidad del dolor. De hecho, los síntomas de dolor autoinformados con frecuencia se descartan como basados ​​en la psicología y no se tratan. Esto afecta especialmente a las mujeres, que son mucho más propensas que los hombres a recibir sedantes en lugar de analgésicos como tratamiento para los síntomas de dolor autoinformados. Las investigaciones han demostrado que las mujeres que se someten a una cirugía de derivación coronaria tienen solo la mitad de probabilidades de que les receten analgésicos que los hombres que reciben el mismo procedimiento.

Ahora, un artículo publicado en Nature Neuroscience sugiere que podemos clasificar los síntomas del dolor simplemente examinando las ondas cerebrales de una persona. Este estudio puede ser el primer paso para poder diagnosticar síndromes de dolor crónico de manera fácil y objetiva.

En el artículo, Shirvalkar et al. analizan cómo desarrollaron un implante cerebral y un método de aprendizaje automático para registrar las ondas cerebrales del paciente en respuesta a episodios de dolor crónico y agudo. Usando su sistema, los investigadores pudieron predecir con éxito las calificaciones de dolor de los pacientes, marcando el primer estudio en registrar regiones del cerebro humano como una medida de la gravedad del dolor.

Los intentos anteriores de identificar biomarcadores del dolor solo se han centrado en participantes sanos. Si bien son importantes, estos estudios no describen con precisión las experiencias de quienes tienen síndromes de dolor crónico. Otros estudios también midieron el dolor usando sondas para detectar la actividad cerebral. Sin embargo, estas sondas solo han podido medir la actividad cerebral durante cortos períodos de tiempo y no pueden producir mediciones a largo plazo de la actividad cerebral.

Con estas limitaciones, Shirvalkar et al. estaban interesados ​​en usar una sonda novedosa llamada Medtronic Activa PC + S para recopilar grabaciones de ondas cerebrales de cuatro participantes humanos durante largos períodos de tiempo. La nueva sonda se implantó y permitió a los investigadores medir las ondas cerebrales de los participantes en el transcurso de 3 a 6 meses.

Figura 1: Imagen de rayos X del participante con monitor de ondas cerebrales implantado.

El primer paso fue determinar la actividad cerebral de referencia de cada participante en las regiones de dolor del cerebro. Los investigadores estaban particularmente interesados ​​en examinar la actividad de dos regiones: la corteza cingulada anterior rostral y la corteza orbitofrontal. Se sabe que la corteza cingulada anterior rostral desempeña un papel en el procesamiento emocional durante el dolor. La corteza orbitofrontal rara vez se ha estudiado en el dolor, pero está conectada a varias otras regiones del cerebro relacionadas con el dolor. Debido a estas conexiones, Shirvalkar et al. especuló que la corteza orbitofrontal puede ser una región esencial del cerebro para la percepción del dolor.

Para determinar si el sensor podía registrar con precisión la gravedad del dolor en los participantes, los investigadores pidieron a cada participante que proporcionara calificaciones del dolor varias veces en el transcurso de cada día durante 3 a 6 meses. Luego, los investigadores compararon estas calificaciones de dolor con la actividad de ondas cerebrales recopilada cada día para determinar cómo se correlacionaba la actividad cerebral con las calificaciones de dolor de cada participante.

A partir de estos resultados, los investigadores descubrieron que podían predecir los estados de dolor o las calificaciones de dolor de cada participante al observar solo la actividad de la corteza orbitofrontal.

Esto dejó una pregunta interesante, ¿podría el sensor predecir también la intensidad del dolor inmediato inducido?

Para probar esto, los investigadores aplicaron una sonda calentada a cada participante. La sonda se colocó en la región más dolorosa del cuerpo de cada participante afectado por el dolor crónico, así como en la misma parte del cuerpo del lado no afectado. Por ejemplo, si un participante experimentara dolor crónico en la pierna derecha, la sonda de calor se aplicaría tanto en la pierna derecha como en la pierna izquierda.

Después de aplicar la sonda, los participantes informaron sobre la intensidad del dolor mientras los investigadores observaban la actividad de las ondas cerebrales de cada participante. Curiosamente, la corteza orbitofrontal no midió con precisión la intensidad del dolor causado por la sonda de calor, lo que sugiere que la corteza cingulada anterior puede estar más involucrada con el dolor agudo que la corteza orbitofrontal.

En general, este estudio representa un progreso significativo en el desarrollo de una métrica objetiva para rastrear la gravedad del dolor. Si bien se debe trabajar más para determinar una medida menos invasiva del dolor crónico, este trabajo nos acerca un paso más a mejorar los diagnósticos del dolor y, con suerte, brindar una mejor atención a quienes experimentan síndromes de dolor crónico.